Entre las estrellas de este desfile destacan una falda lápiz, de corte riguroso, realzada por un voluminoso detalle que perfila sus contornos; una falda de organza compuesta por cientos de piezas cortadas y plegadas como los pétalos de una exótica flor de invernadero; y una gabardina impecable transformada en una declaración esencial, semejante al plumaje de un ave fantástica. Además, encontramos chaquetas sartoriales impecablemente confeccionadas, pantalones de corte bajo y cinturones y correas elásticos que revelan una lógica intrínseca tan aguda como el propio ingenio de Madame de Pompadour. La esencia de la inspiración rococó, tomada prestada a la naturaleza, se encuentra en estampados delicadamente pintados sobre capas de organza etérea. Max Mara crea en esta colección un sorprendente equilibrio entre pasado y presente.